Entre los cuales todos nosotros también conversamos en otro tiempo en las concupiscencias de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, también como los demás
12 Que erais en aquel tiempo sin Cristo alejados de la república de Israel, y extranjeros a los pactos de la promesa, sin esperanza, y sin Dios en el mundo:
18 Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la ceguedad de su corazón: 19 Los cuales, habiendo perdido todo sentido de la conciencia, se han entregado a la lascivia para cometer toda inmundicia con ansia. 20 Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo;
5 Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es un idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo, y de Dios. 6 Nadie os engañe con palabras vanas; porque a causa de estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia.
14 Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.
7 En el cual tenemos redención por su sangre, la remisión de peca�dos según las riquezas de su gracia
13 Mas ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. 14 Porque él es nuestra paz, que de ambos ha hecho uno, y ha derribado el muro intermedio, que nos separaba: 15 Habiendo abolido en su carne la enemistad, aún la ley de los mandamientos contenidos en ordenanzas, para formar en sí mismo de los dos un nuevo hombre, haciendo paz; 16 Y para reconciliar ambos a Dios en un cuerpo por la cruz, habiendo matado por ella la enemistad: 17 Y vino, y predicó la paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca: 18 Que por él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. 19 Así que ya no sois advenedizos y extranjeros, sino conciudadanos de los santos, y de la familia de Dios;
2 Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros por ofrenda y sacrificio a Dios en olor suave.
8 Porque por gracia sois salvos por la fe, y esto no de vosotros, es el don de Dios:
9 No por obras, para que nadie se gloríe